Un horizonte prometedor para el girasol en Argentina.

Sin duda, el girasol es una de las alternativas con mayor potencial dentro de las rotaciones en una explotación agrícola. Frente a un contexto internacional con proyecciones prometedoras, se trata de una excelente oportunidad para incorporarlo en la planificación anual. Pero si bien es un cultivo noble, la correcta elección de la genética y la mejora en su manejo son factores clave a considerar cuando se apunta a lograr altos rendimientos.

Como en años anteriores, una vez más el girasol se presenta como una excelente opción para la próxima campaña, como consecuencia de diversos factores a considerar: el clima, los márgenes y la oferta global de aceite, además de los desafíos que enfrentan otros cultivos.

Según informes de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR), la Argentina tiene la capacidad de cubrir el 16% del incremento proyectado en la demanda mundial de grano de girasol. Para alcanzar ese objetivo, es necesario ampliar la superficie cultivada y generar una mayor conciencia sobre la importancia de un manejo adecuado.

Hoy el contexto climático se presenta favorable, ya que saliendo de un año Niño, gran parte de los perfiles se encuentran con buenos niveles de humedad. Por otra parte, la mayoría de los analistas ya indican que se está avanzando hacia la neutralidad del fenómeno ENSO, por lo que podría registrarse un nuevo escenario de Niña en 2024.

En ese marco, y con los datos de varias campañas anteriores, se puede afirmar que, en años neutros y de Niña, la oleaginosa se comporta mejor que otros cultivos gracias al excelente desarrollo de su sistema radicular y a su capacidad de tolerar ambientes más secos. Otro aspecto relacionado con el clima seco que beneficia al girasol es la menor incidencia de enfermedades, lo que mejora su rendimiento.

Por el lado de los márgenes y dentro de la lógica de esta campaña tan ajustada, con una matriz de costos altos y la disminución en los valores de algunos commodities, sumado a una carga impositiva que por el momento no da tregua, el girasol surge como una opción que permite obtener una diferencia positiva. Esta ventaja surge de que, ya finalizada la cosecha en el hemisferio sur e iniciada la siembra en el hemisferio norte, los precios se estabilizaron, presentando inclusive perspectivas positivas.

Como tercer punto, considerando que la Argentina es el cuarto productor global de aceite de girasol y el único con una real capacidad de incrementar su producción, surge la oportunidad de abastecer la demanda no satisfecha por los países de Europa del Este.

Es recomendable evaluar anticipadamente los cambios en la rotación, analizando detenidamente las posibilidades del girasol como una opción que ofrece mejores perspectivas.

Las nuevas áreas de siembra como consecuencia de la expansión hacia el norte y sobre todo hacia el oeste de la Pampa Húmeda, genera nuevas demandas de tecnología y un mejor manejo nutricional por fertilización.

Genética, un aspecto fundamental.

No debemos olvidar que la etapa más crítica para el cultivo de la oleaginosa es la siembra. La elección de semillas de buena calidad y con alto potencial genético es fundamental de acuerdo con la planificación definida y con las características del ambiente. Por el momento, con los perfiles bien cargados, en la venidera campaña sería posible lograr rendimientos por encima del punto de equilibrio.

La calidad de la semilla es un factor importante para el logro de emergencias rápidas y parejas. Durante los últimos años se han desarrollado importantes innovaciones en el cultivo del girasol y, actualmente, el mercado ofrece variedades que prometen alcanzar importantes aumentos de rendimiento entregando semillas con alto contenido de materia grasa, mejor adaptación de los ciclos de cultivo según ambiente e inclusive tolerancia a enfermedades, sequías y estrés térmico. Además, a esta combinación de atributos genéticos clave, se le incorporaron tecnologías que permiten ampliar las herramientas disponibles para el control de plagas y malezas.

Dentro de los híbridos de ciclo corto, RAGT ofrece para la próxima campaña nuevas variedades con genética europea, como RGT WOLLF, material que mejora la performance productiva de RGT VELLOX, ideal para planteos de doble cultivo o para cuando se necesita liberar el lote anticipadamente.

Este material tiene un alto potencial de rinde y muy buena estabilidad. Se destaca por su excelente contenido de aceite, buen perfil sanitario y alta tasa de secado. Posee una amplia zona de adaptación incluyendo la provincia de Buenos Aires, sur y centro de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.

Descubrilo en: https://ragt-semillas.com.ar/rgt-wollf/

Por su parte RGT ARLLEM CLP es un hibrido de ciclo intermedio-corto que posee lo último en tecnología para el control de malezas, combinando un amplio espectro y su control efectivo, con el PLUS de una mayor tolerancia a herbicidas. Este material posee alto potencial de rinde, buen vuelco de capítulo y buen perfil sanitario. Su zona de adaptación incluye Buenos Aires, sur y centro de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.

Descubrilo en: https://ragt-semillas.com.ar/rgt-arllem-clp/

En tanto, RGT OBELLISCO CL es un material del ciclo intermedio-largo con tecnología para el control de malezas. Este híbrido tiene altísimo potencial de rendimiento con un destacado contenido de materia grasa, además de su excelente vuelco de capítulo y buen perfil sanitario. Posee gran capacidad de adaptación y estabilidad para zonas que incluyen Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Entre Ríos, Córdoba y Santiago del Estero.

Descubrilo en: https://ragt-semillas.com.ar/rgt-obellisco-cl/

Fertilización

La nobleza del girasol se basa en su gran adaptabilidad a suelos marginales y su capacidad para enfrentar situaciones de déficits hídricos a través de varios mecanismos fisiológicos, por lo que es habitual el preconcepto de que no requiere un plan de fertilización, suponiendo que la respuesta sería baja gracias a su sistema radicular pivotante.

Sin embargo, si bien tiene un sistema radicular extendido que permite acceder a nutrientes y agua de capas de suelo más profundas en comparación con otros cultivos anuales, esto no significa que pueda cubrir la mayoría de sus necesidades nutricionales.

Varios ensayos demostraron que, para alcanzar su mayor potencial, es clave asegurar elementos como nitrógeno (N) y fósforo (P) en cantidades suficientes, especialmente en los primeros estadios de desarrollo de la planta. Por otra parte, el boro (B) es fundamental en R1 para asegurar la fecundación y cuaje de granos, principalmente en suelos arenosos. Por esa razón, antes del establecimiento del cultivo, es esencial realizar un análisis del suelo para determinar su contenido de nutrientes.

Una nutrición balanceada y eficiente, mejora tanto la calidad de implantación y el establecimiento del cultivo, como el aumento en los rendimientos.

El nitrógeno puede ser un elemento limitante en la producción de girasol. Es un nutriente que incrementa el crecimiento, la duración del área foliar y la fotosíntesis, permitiendo al cultivo aumentar el rendimiento por unidad de superficie. En general, la demanda de N se encuentra concentrada durante el periodo comprendido entre los 25 y 70 días desde la emergencia y entre los estadios de R2 y R6.

Los resultados de la red de investigación ASAGIR-INTA en un promedio de 24 puntos experimentales en distintos sitios de la región girasolera, estimaron el aumento en el rendimiento con una respuesta promedio de 3.7 kg de grano por kg de N aplicado.

Por su parte el fósforo es un nutriente esencial, del que en términos de magnitud se extraen 5kg de elemento por tonelada de grano. Tiene una función muy importante en la promoción del desarrollo de raíces, lo que resulta en una mayor tasa de implantación y mejora de la tolerancia a las sequías, entre otros beneficios.

En cuanto al boro, en la región pampeana se demostró que es altamente deficiente en los suelos, factor que deriva en la reducción de rendimientos. Es un micronutriente que participa en todos los procesos del cultivo, interviniendo en la división celular, la elongación de formación de raíces, el desarrollo de hojas y la formación de flores, polinización y granos.  También tiene participación en el desarrollo del tubo polínico y evita el vaneo en floración. Asimismo, durante el llenado del grano participa en la redistribución de los azúcares. En combinación con el calcio (Ca), es fundamental en la producción de hemicelulosa y lignina, permitiendo lograr una mejor estructura de los tejidos.

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